
Esta no será una Copa del Mundo más. El hecho de que Diego Armando Maradona sea el técnico de la selección es especial. Al verlo en un entrenamiento con el buzo de Argentina es inevitable inundar la memoria con recuerdos, de los lindos y de los otros. Es volver a verlo fuera de los 23 en el '78. Es volver a verlo expulsado contra Brasil en el '82. Es volver a verlo metiendo la mano de dios. Es volver a verlo apilando ingleses. Es volver a verlo levantando la copa. Es volver a verlo con el tobillo hecho una pelota. Es volver a verlo putear a quienes silban el himno argentino. Es volver a verlo llorar en la final del '90. Es volver a verlo gritando el gol a la cámara. Es volver a verlo irse de la mano con la enfermera. Es que recupere las piernas luego de que se las cortaran.

Por todo esto y muchas cosas más me permití soñar despierto. Si bien no creo en dios, imaginé que aparecía ante mi y me hacía una propuesta. Obviamente, él sabía cuan desesperado estoy por ver a Argentina campeón del mundo y por eso me daba la posibilidad de que dependiera 100% de mi. Me dijo: "Argentina ganará el Mundial con Maradona como técnico pero para que eso suceda vos tendrás que tener un accidente y perderás el brazo izquierdo, todo lo demás seguirá igual". Yo le contesté que si, que no tenía dudas. Hasta ese punto y quizás un poco más llegan mis ganas. Tras la respuesta se iba sin decir nada.

Lo curioso de todo esto es que hace unos pocos días estaba volviendo a mi casa por una calle un poco oscura y de repente sentí un ruido fuerte y seco. Lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de un disparo, pero claramente no había sido eso. Me di vuelta y a unos metros había un hombre caminando... por un momento creí que él iba a ser el encargado de dispararme en el brazo izquierdo.
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