BOCAmpeón
Texto y foto por Lucas Amaturo
Hoy el día empezó mejor que cualquier otro.
Te levantás, respirás hondo y sentís que el aire es más puro. Así como si nada resulta ser que tu cuarto no estaba tan desordenado. Que el sahumerio que pone tu vieja huele bien. Giras la cabeza y ves al perro mover la cola como jamás lo había hecho. Te llama tu novia y tiene esa voz suave y dulce de siempre... pero hoy es diferente. Hasta la tostada que se te resbaló de la mano cayó del lado sin dulce.
Salís a la calle y te das cuenta que el sol está más brillante, como si estuviese más cerca. Levantás la cabeza y mirás como buscando a alguien, pero el reflejo no te deja. Entrecerrás los ojos y esbozas una sonrisa.
Llegás al trabajo y tu jefe no es más tu jefe, casi que es un amigo. Esa pila de laburo que tenías no era tal y terminás antes de lo esperado. Te vas hasta la puerta y te das cuenta que ya es de noche...
Es una linda noche. Limpia y no tan oscura como las demás. Mirás para arriba y ves una estrella. Dos, tres... y te pusiste a contar estrellas.
Del trabajo a tu casa contaste 50. Estás por entrar pero te faltó algo. Otra vez la mirada al cielo y las 50 estrellas que venías contando, cada una en su lugar. De repente aparece otra, un poco más brillante. La última que vas a contar hasta ahora. La número 51.
Entendés que no puede ser casualidad. Cerras los ojos. Sentís como se humedecen. La fuerza de esa lágrima te obliga a abrirlos. Y se fue. De tu ojo al infinito como tantas otras. Pero diferentes porque hoy son de alegría. Sentís como esa felicidad extrema, esa avalancha de sentimientos te recorre el cuerpo y respirás hondo. Mirás a esa estrella número 51 otra vez y decís: “Boca es campeón... otra vez”.
"¡Va a matar a un hombre!"
"Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: “Usted ha venido a matarme”. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: “¿Qué han dicho los otros?”. Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: “¡Eran unos valientes!”. Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. “¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto".
Testimonio del soldado boliviano Mario Terán para la revista 'Paris Match' (1977)
"Balada triste de trompeta"
Mis 7 razones
- Por el gol a Talleres (video)
- Por los centros a Palermo
- Por el "Sé que no me van a olvidar... yo tampoco a uds" de la despedida de Boca
- Por jugar como un hincha
- Porque fuiste el único que me hizo sentir que mientras vos jugabas, yo también estaba jugando
Muchas gracias Palermo
Y olvidé aquello que una vez pensaba
que nunca acabaría, nunca acabaría
pero sin embargo terminó
Martín Palermo ni había nacido cuando la banda ‘Vox Dei’ grabó su éxito “Presente”. Así vivió él, disfrutando cada momento. Pero los hinchas creímos que sería eterno. Jamás se quedó con su pasado ni se durmió en los laureles y siempre, absolutamente siempre, se levantó después de golpes duros. Golpes que a muchos hubiesen noqueado pero que a él le dieron más fuerza para seguir adelante. No sólo a lesiones me remito como pueden ser dos roturas de ligamentos cruzados o que se te caiga la pared de una tribuna festejando un gol. Tampoco de las sólo futbolísticas, recordando los tres penales errados en un mismo partido o alguna final perdida, por ejemplo. Hablo, también, de perder un hijo.
Ole ole ole ole ola, Martín Palermo no se olvida nunca más
Sólo con ese pantallazo se puede apreciar que la carrera y la vida de Palermo estuvo llena de condimentos que lo convierten en alguien especial.
Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Palermo que ya van a venir
En más de una ocasión me hizo largar una lágrima desde mi ojo hasta el suelo. Sentir mi corazón feliz, mi mente confundida y mis ojos mojados. Es por eso que no tengo más que un eterno gracias para él.
Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, vos nos diste los goles, vos nos diste alegrías, lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida, no se olvida en la vida
Gracias por tantos goles: por los de izquierda, los de derecha, los de cabeza, los de penal, los de taco, de chilena, de mitad de cancha, de afuera del área, con las dos piernas, de rebote, en la línea, de emboquillada, los del superclásico, los de las finales, los de los récords, los imposibles, el de las muletas. Gracias por todos y cada uno de ellos. Porque probablemente cuando llegue el día de mi muerte no exista jugador en la tierra que me haya hecho gritar tantos goles.
Ole le, ola la, Palermo es de Boca, de Boca no se va
Fui testigo de las lágrimas que hizo derramar con sus cientos de pases a la red y de los gritos descontrolados que aún hoy retumban en mis oídos. Me cansé de ver a los hinchas, propios y ajenos, mirando al cielo preguntándose cómo hizo ese gol o hasta cuándo seguiría haciéndolos. Esperé una eternidad para ver entrar la pelota después de un cabezazo de casi
Paleeeeeeeeeeeermo, Paleeeeeeeeeeeermo